lunes, 3 de marzo de 2014

¿Cómo cuidar a mi bebé ante los cambios de temperatura?



















El verano es la estación del año que presenta los cambios de temperatura más bruscos: por las mañanas hace mucho calor, por las tardes vienen las lluvias y en ocasiones hace frío por las noches.

También se presenta humedad por lluvias ocasionales y se alcanzan altas temperaturas de hasta 40ºC.

Los cambios climáticos afectan a los bebés y los niños de diversas maneras: con alteraciones en el apetito, enfermedades respiratorias y de la piel, e incluso en su estado de ánimo (se sienten abatidos y de mal humor).


Se han incrementado los problemas respiratorios en niños y adultos, debido a los cambios bruscos de temperatura en días lluviosos y también por los climas artificiales (aire acondicionado y ventiladores).

Debemos tomar en cuenta los posibles riesgos que existen durante el verano para prevenirlos y procurar el bienestar de nuestros hijos.

Alimentación

Es común que los bebés y los niños coman un poco menos durante la temporada de calor, ya que el gasto de calorías se reduce (se requieren menos calorías para calentar el cuerpo).

El calor causa sudoración excesiva en los niños y aumenta el mecanismo causante de la sed, además de que se tiende a orinar menos para retener más agua en el cuerpo. Los riesgos de deshidratación son altos, por lo que debemos ofrecerle al bebé o al niño agua de forma frecuente, sin forzarlo.
Es preferible el agua natural o agua de sabor, que los jugos comerciales y refrescos que generan malos hábitos y problemas para la salud.


Normalmente, durante esta temporada aumentan los cuadros de diarrea por bacterias, ya que los alimentos suelen descomponerse más rápidamente en un clima cálido, por lo cual debemos evitar lo más posible el consumo de comida que haya estado mucho tiempo a la intemperie.
Exposición al sol

Las actividades en lugares abiertos deben de limitarse ante la posibilidad de lo que se conoce como insolación o golpe de calor, durante el cual  el niño no puede disipar el calor del cuerpo.
Esto lo que lo lleva a elevar su temperatura corporal, produciendo mareo, dolor de cabeza, náusea e incluso puede perder de la conciencia.


 Durante la temporada de calor se favorecen ciertos riesgos como las quemaduras por la actividad al aire libre, por lo que el uso de bloqueadores solares antes de la actividad está indicado.
Por otro lado, comer cítricos como el limón puede producir quemaduras o pigmentación (manchas de la piel), ya que filtra de forma anormal los rayos del sol, por lo que debemos cuidar el aseo de las manos.

Cuidados de la piel

Durante la temporada de verano, la piel del bebé suele estar seca y caliente. Por esta razón, se recomienda mantenerlo fresco para evitar el sarpullido por calor, el cual ocurre cuando se obstruyen los poros de las glándulas sudoríparas y se forman pequeñas protuberancias rojas que causan picazón.
De la misma forma, se aconseja vestirlo con ropa ligera y de algodón, el cual absorbe el exceso de humedad. Por el contrario, debe evitarse el uso de talcos y cremas para aliviar el sarpullido, pues sólo se logrará obstruir la piel del bebé. En estos casos lo mejor es acudir con el pediatra o con un dermatólogo.


La lluvia favorece la proliferación de mosquitos, por lo que es importante tomar las precauciones para evitar las molestas picaduras en la piel.
Climas artificiales

El uso mesurado de los climas artificiales, tales como aire acondicionado y ventilador, suele ser una medida adecuada para cuidar a nuestros hijos ante los cambios climáticos bruscos. La temperatura ideal de una habitación para el bebé es de 18ºC.

Si no se cuenta con aire acondicionado, se puede utilizar un ventilador para evaporar la humedad y refrescar al bebé. El ventilador se debe colocar lejos del bebé para que le brinde una brisa suave y no un aire agresivo.

Ni mucho frío ni mucho calor

Contrariamente a lo que se cree, no se debe cubrir o abrigar excesivamente a los bebés porque su cuerpo puede perder la capacidad de adaptación a los cambios de temperatura y resfriarse con mayor facilidad.

Es preferible vestirlo con varias prendas delgadas para cubrirlo y descubrirlo gradualmente de acuerdo a la temperatura.


Los bebés regulan el exceso de calor a través del sudor de la cabeza, así que evita taparlo con gorros, sobre todo en lugares interiores. Recuerda que es normal que los bebés tengan las manos y los pies fríos porque no se adaptan tan fácilmente como los adultos a los cambios de temperatura, pero esta es una capacidad que adquieren con el tiempo.

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